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martes, 23 de diciembre de 2014

CAIMANES: LA ÉPICA POR LA RECUPERACIÓN DE LAS AGUAS DEL VALLE PUPÍO


Tras cumplirse 28 días de los cortes de ruta que permiten el acceso al el depósito

de desechos tóxicos más grande de América Latina, perteneciente a Minera Los

Pelambres, de propiedad del grupo Luksic, los habitantes de la localidad de

Caimanes, zona precordillerana de la comuna de Los Vilos, en la región de

Coquimbo, mantienen los cortes de camino en dirección del tranque de relave

Mauro, exigiendo el cese de las funciones de la obra que desde principios del año

2001 los ha mantenido resistiendo lo que ellos mismos han considerado “la ruina

del Valle Pupío”, uno de los últimos valles verdes de la IV región de Chile.

Tras el último fallo de la Corte Suprema el pasado 22 de octubre de 2014 (causa

rol 12938-2013; 22/10/2014) que ordena a la sociedad minera Los Pelambres el

escurrimiento natural de las aguas del Estero Pupío, libres de contaminación

provenientes del tranque hacia la localidad de Caimanes, los comuneros

movilizados reclaman se cumpla con el mandato dictaminado por el tribunal

supremo, dada la nula respuesta del “gigante minero” respecto al cese del

funcionamiento del tranque. En este mismo documento, se deja en claro que las

obras necesarias para dar respuesta al dictamen judicial, implicarán la demolición

o remoción del muro de contención que impide proporcionar el vital elemento a los

habitantes de Caimanes.

Vale recordar que las más de 2.060 toneladas de desechos tóxicos almacenados

desde el año 2008, ha ocasionado diversos perjuicios a los habitantes del pueblo,

exponiéndolos  a enfermedades como cáncer (producto de concentraciones  de

arsénico), parkinson, demencia, psicosis maníaco-depresiva y efectos

neurológicos en niños (por efectos de la concentración de manganeso), daños

neurológicos, parálisis, demencia y daño a los riñones por efectos de las

concentraciones de mercurio, entre otros efectos. A lo anterior, se suman los

riesgos que supone un posible derrumbe ante un evento sísmico que supere los

7,5 grados, lo cual terminaría por sepultar la vida del pueblo y del Pupío.

“Justicia para Caimanes”

A la resolución del tribunal supremo que obliga al cumplimiento de la liberación de

las aguas obstruidas y la remoción de la mega obra, subyace el drama que los

habitantes de Caimanes han tenido que enfrentar desde su construcción.

En un trabajo de investigación de aproximadamente dos años en la localidad

(2012-2013), los comuneros nos hicieron saber las consecuencias que la sequía

del valle, la contaminación y los atropellos percibidos, así como lo  que ellos han

considerado la “intromisión” y  “violenta intervención” de Minera Los Pelambres en

el Valle Pupío, ha supuesto para las formas de vida campesinas cultivadas desde

tiempos inmemorables en el Pupío.

El impedimento de la libre escurrimiento de las napas subterráneas desde donde

nacen las aguas del estero y la captura de las mismas en las alturas del fundo

Mauro, ha significado enfrentar día a día a los embates de la falta del vital

elemento, obligando a la racionalización del suministro de agua en los hogares y al

abandono  de formas de producción asociadas al trabajo campesino. Don Gilberto

Carvajal, pequeño agricultor de la zona e integrante del comité, nos cuenta su

experiencia:

“La agricultura, la ganadería y la apicultura, esos son mis rubros…eran mis

rubros, porque ya estamos perdiendo todo, de agua, no tenemos agua, no

tenemos vertiente, ahora ya se están terminando el resto que quedaba […] Yo

tengo hartos años, tengo cincuenta y tantos años, y los años malos que han

venido antes nunca se habían secado las vertientes. Incluso ahora este año

empezaron a secarse los árboles nativos. El Arrayán, el Peumo, o sea, se va a

perder todo, aparte de las abejas. Este año no sacamos miel nosotros, no

cosechamos nada”.

Refiriéndose a la baja en la producción agrícola y a la incertidumbre que

actualmente se vive en el pueblo, el mismo agricultor nos cuenta:

“Para tener una planta que le dé, tiene que darle cuarenta, cincuenta kilos por

árbol. Pero ahora tengo cinco kilos por árbol. Entonces no hay vida, muy poca

vida […] No, digamos que en la parte de agricultor, ya no hay futuro. Aunque

quisieran decir que hay futuro, no, no hay futuro” (Gilberto).

A la pérdida de fuentes de trabajo agrícola y la amenaza latente respecto a la

sequía de los pozos, se suman los riesgos asociados a la contaminación de las

aguas, lo cual ha llevado a los comuneros a desplegar diversas estrategias de

subsistencia para convivir con la contaminación de las mismas y la escasez. La

compra de bidones de agua en varios de los hogares, con tal de evitar tomar agua

contaminada son algunas de ellas, tal como nos cuenta el presidente del comité,

Cristian Flores:

“… de repente para uno es tremendo pensar ‘estará o no estará contaminada’ […]

el hecho de pensar de que lo que estás tomando está bueno o está malo,

psicológicamente te genera un daño, y no es un daño menor pensar que tu vida

está corriendo peligro o la de tu hijo […] aquí la mayoría, toda la gente que aún

tiene lucas la está invirtiendo en agua, para poder estar un poco más tranquilos

[¿Y la gente que no? ¿Cómo lo hace?] Están tomando agua de la llave, tomando

agua contaminada. ¿Y qué va hacer? ¿Va a dejar de tomar agua? No puede,

tienen que cocinar, tienen que bañarse…”.

Las personas que habitan la localidad igualmente nos han hecho expresos sus

temores respecto a las enfermedades y algunas consecuencias que les ha traído

el consumo de agua contaminada:

“…yo no confío del agua que a nosotros nos están entregando por las llaves,

porque los hervidores, las ollas, eh, crían un sarro de diferentes colores. Yo,  hace

dos años atrás tuve una enfermedad en las manos, me salieron unas durezas en

todos los dedos de las manos, una picazón, que parecía que tenía ortigá las

manos, como una alergia, y no sabía de qué podía ser eso y puede que sea el

agua, porque el cuerpo a veces lo puede rechazar, ¿qué se yo? Fui varias veces

a la doctora, era una picazón como que se me ponía rojo y una picazón que

mientras más me rascaba, más deseo de rascarme las manos me daba, era aquí

en las palmas y en los dedos” (María Soto).

Un segundo punto de vista nos entrega Alicia, joven madre que refiere al peligro

de los metales pesados en su hijo y las medidas que ha debido enfrentar para

evitar daños:

“Manganeso, el hierro y todo eso se incrusta en la piel, la piel de las personas, les

da cáncer, imagínate los niños chicos. Y aquí toda la gente no tiene plata como

para comprar agua. Hay gente aquí en Caimanes que toda toma agua de la llave

nomás […] porque no tienen plata como para comprar […] Yo compro agua,

porque tengo un hijo de seis años y no quiero que se enferme, por culpa de la

Minera Los Pelambres”.

Las promesas de desarrollo para la localidad se han ido esfumando con el paso

del tiempo y con los daños que hasta la fecha mantienen al pueblo seco, sin

acceso a las fuentes laborales prometidas, expuesto a los riesgos que supone vivir

a un costado de más de 2.000 toneladas de relave tóxico y vulnerable a cualquier

tipo de evento sísmico, que podría significar la muerte de un pueblo completo. Así

nos expresan sus habitantes cuando aluden a los temores por un presunto

derrumbe:

“Dicen que el relave es como una laguna, dicen que igual llegaría el relave aquí a

Caimanes si se derrumba, pasaría por al lado del monolito, por donde yo vivo […]

el día de mañana a lo mejor vamos a estar durmiendo y se va a venir eso abajo y

no tenemos ni una alarma… en la noche usted va a estar durmiendo tranquila,

nadie sabe si se va a venir en la noche el relave, capaz que nos mate a nosotros,

a todas las personas o capaz que se venga en el día. ¿Y qué va a pasar? Que

justo va a topar al lado de la escuela y van a haber muchos niños chicos que van a

sufrir esa cuestión. A lo mejor no ahora, pero después, al tiempo después, yo a lo

mejor voy a estar muerta, voy a estar muerta y van a decir ‘oh, de verdad tuvo

razón’” (Susana).

¿Estado de Derecho en Chile?

Tanto los testimonios de los habitantes organizados en el “Comité de Defensa de

Caimanes” como el proceder del gran capital de patrimonio de Los Luksic, dejan

entrever el abandono del Estado de Derecho en Chile hacia las comunidades que

se enfrentan a las consecuencias socioambientales de mega proyectos de

inversión, destinados a la explotación de recursos naturales, especialmente del

cobre en nuestro país.

Al despojo de los bienes naturales vitales para la subsistencia, como es el agua,

se suma la disposición de marcos legales que permiten a mega inversionistas la

libre introducción y explotación en el territorio nacional. El Decreto Ley 600

Estatuto de la Inversión Extranjera que data de 1974,  el DL 1.222 de 1981 Código

de Aguas y el Código de Minería de 1982, son algunos de los marcos legales más

importantes que durante de década de los noventa se han valido los gobiernos de

la Concertación (a la fecha) propiciando la intensificación del patrón extractivista

en Chile y consecuentemente, el agotamiento de los valles de la zona centro del

país abastecidos por las aguas cordilleranas.

El Estado de Derecho en Chile, pone a disposición del capital su política de

inversión extractiva y paralelamente, da la espalda a comunidades que, pese a las

resoluciones de la Corte Suprema, siguen bajo el más absoluto desamparo. Poco

interés ha demostrado la institución en proveer a los ciudadanos de derechos

básicos, como son el acceso al agua, a un medio ambiente libre de contaminación

o el derecho a vivir fuera de peligros que supongan la integridad de poblaciones

completas.

Cediendo a las leyes del mercado y a una escandalosa mercantilización de los

bienes de naturaleza, el Estado de Chile faculta las pretensiones del capital, en

medio del más absoluto silenciamiento e impunidad a los crímenes

sociambientales propiciados por los Luksic en el Valle Pupío.

Y el Estado de Derecho… ¿dónde está?

Karen Paz



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